3 fórmulas para escribir guiones de terror ...y no morir en el intento
Como bien comentaba la sexy e irreverente Reina de las Tinieblas, Elvira, en el primero de los microepisodios publicitarios especiales que cada semana Netflix estrena durante este mes de Octubre con motivo de la celebración de Halloween, el cine de terror puede sentar muy pero que muy bien...si te gusta ese rollo, claro.
Aquellos que disfrutan bajo presión y que aman la sensación de pavor, el horror, el disgusto, la repugnancia, la incomodidad y la preocupación, están de enhorabuena. Ya está aquí su mes favorito. Televisiones, cines y empresas de streaming hacen gala del arsenal de argumentos de este estilo desde principios de mes con la intención de captar espectadores con historias de survival horror, slasher, gore, serie Z, monstruos, catástrofes y demás subgéneros.
Pero ¿alguna vez te has planteado cómo se crean los guiones de esas ficciones? Lo creas o no, existen una serie de fórmulas para adentrarse en su escritura. ¿Preparado/a para hacer a tu público gritar de miedo? Pasemos a repasar algunos de los métodos más utilizados y valorados.
Allá por la década de los 70s un joven guionista llamado Victor Miller recibió el encargo de escribir una película de terror adolescente que haría historia. El escritor no recibió ni una premisa, ni un tratamiento, solo el recado de redactar el guion de un largometraje basado en el éxito de Halloween de John Carpenter, bajo el llamativo título Viernes 13.
El bisoño Miller, quien nunca había compuesto un guion de horror, en un principio se echó las manos a la cabeza, con desesperación. Sin embargo, pronto dio con una variopinta solución, acudir al cine a ver por sí mismo la popular Halloween, tomando apuntes durante el visionado, estudiando con ello el camino de su trama y su argumento. Pronto se percató de que el cometido era más simple de lo que en un principio pareciera. Y es que solo tenía que fundamentar su nuevo texto en tres ideas básicas:
Algunos ejemplos son:
El asesinato de Judith por parte de un infante Michael Myers en Halloween (1978)
El Creeper, disfrazado de espantapájaros, secuestra a un muchacho y se lo lleva volando ante la atónita y asustada mirada de su padre y su hermano mayor en Jeepers Creepers 2 (2003)
Pennywise ronda al pequeño Georgie hasta que lo atrae hacia una alcantarilla durante un día lluvioso en It (2017)
Alex tiene una grave premonición antes del despegue de su avión en Destino Final (2000)
Véanse los siguientes ejemplos:
Un viaje por carretera, como en La matanza de Texas (1974), o La casa de cera (2005)
Una vieja choza campestre, como en Posesión Infernal (1981)
Un camping, como en el propio guion de Viernes 13 (1980)
Con esos tres puntos elaboró el armazón de una de las cintas de terror más famosas de todos los tiempos. Puntal inicial de una de las sagas mejor consideradas de la historia, pionera del formato.
En poco tiempo, gracias a la llegada del VHS, esta fórmula magistral copó tanto salas como videoclubs, escalando en otras leyes como, por ejemplo, la inclusión del recurso de las “final girls” y pronto los espectadores se encontraron con hambre de modernidad.
En palabras de Sean Cunningham, productor de la saga, “siempre quieres mostrarle a la audiencia algo que no hayan visto con anterioridad”.
Inevitablemente, con el paso del tiempo, tal y como suele suceder con todo género, el terror cinematográfico se tornó “meta”. Gracias a idealistas como Wes Craven, el surrealismo y la sugestividad tomaron la pantalla. Tenemos ejemplos de ello en cualquiera de las entregas de la saga Pesadilla en Elm Street (1984). Así fue como, llegados los 90, cuando esta variedad parecía condenada a desaparecer, este artista retomó el éxito del slasher con un guion de asesinatos que parecía al uso pero que no lo era tanto. Hablamos de Scream: Vigila quien llama (1996).
Una cinta basada en un guion de K. Williamson que va más allá de una simple narración posicionándose como un homenaje noventero a los clásicos del horror gracias a dos condiciones que optimizan el texto:
Una temática que gira en torno a la pregunta “¿Cuál es tu película de terror favorita?”. Una cuestión en apariencia simple que deja clara su intención de conducir a los espectadores/as por el camino de la metaficción.
El público no tarda demasiado en verse inmerso en un juego que mezcla realidad con ficción gracias a la inserción del personaje de Randy Meeks en el grupo de posibles víctimas del asesino enmascarado que, bajo el sobrenombre de Ghostface, acosa a la juventud del pueblo de Woodsboro. Randy es un cinéfago de pura cepa y, por lo tanto, el experto no oficial del grupo en la materia que nos ocupa. Es él quien revela el Listado de Leyes básicas para Sobrevivir en una peli de “miedo”. Son las siguientes:
Una clara referencia a la defensa de la castidad que parecía plagar cierto tipo de cine de terror en que habitualmente abusaba del lema “solo puede quedar uno”, transformando la parte en que todos los personajes caen como colines tras comportarse como, bueno...como adolescentes. Lo que durante un par de décadas (exceptuando al personaje de Olivia Hussey en la cinta de 1974 en Navidades Negras) promovió cierta degeneración de la final girl en lo que se convirtió en el perfecto ejemplo de una demasiado taimada última superviviente. Solo puede quedar una y esa una ha de ser virginal y purísima. ¿Qué mejor manera para concienciar sobre la castidad que aniquilando a todos aquellos de acuerdo a la tercera norma de la fórmula de Miller?
Corolario de esta podría ser justo todo lo contrario. Puede suceder que te ocurra lo que a Zeke en The Faculty (1998) que, de acuerdo a sus propias palabras, se va cinco minutos y cuando regresa todos son alienígenas.
Si apuramos podríamos incrustar otro añadido a la norma número 3: Nunca, bajo ningún concepto, separes al grupo. Es ahí cuando la gente empieza a “desaparecer”, o dicho de otra manera, morir.
Más allá de estas curiosidades y formulaciones extraoficiales, existe una pauta formal para la creación de guiones de terror que lleva décadas probando su eficacia. Se trata de la normativa que gira en torno al pangénero Un Monstruo en Casa, una idea fruto de la mente del guionista Blake Snyder. De acuerdo a este profesional este tipo de guiones son los más sencillos en cuanto a sus necesidades creativas y argumentales. Basta con que contengan dos elementos:
La aparición en la historia de este “ser” puede deberse a tres razones:
Un acto de codicia
Un acto de lujuria
Una actitud equivocada que conlleva la necesidad de venganza por parte del ente
A partir de esas notas, la misión del guionista es generar un juego del gato y el ratón entre ambas partes. A poder ser algo tan entretenido y original que provoque que el trasero de la audiencia se quede pegado a la butaca (o al sofá) deseoso de saber cómo acabará la cosa. En otras palabras, debe garantizar cierto nivel de tensión durante todo el guion.
La mejor parte de aplicar este supragénero es que da igual alrededor de qué giren sus tramas y argumentos; desde seres sobrenaturales como vampiros o extraterrestres, a personajes más realistas, del tipo asesinos psicópatas o a la bruja de tu suegra. Todo el mundo aquí o en Tanzania comprende que los protagonistas huyen de una gran Amenaza Mayor de la que deben deshacerse antes de ser aniquilados por ella. Encontrarás más información sobre este tema, así como ejemplos y ejercicios al respecto, en la guía Escribir Ficción: El Manual Definitivo, que ya está a la venta y puedes descargar aquí.