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Quiénes eran los poetas malditos

Si yo te pido que imagines un poeta maldito es probable que la imagen que te venga a la mente sea muy parecida al autorretrato desesperado, de Gustave Corber, en que locura y genialidad se dan la mano.  O a El Caminante Sobre el Mar de Nubes, de Caspar David Friedrich, en la que la nostalgia se romantiza y dramatiza hasta la extenuación. Sin embargo, estas imágenes pertenecen más al tropo del  artista torturado. Y la idea de un ilustre creador sufrido, con graves trastornos mentales, aterrorizado y obsesionado con alcanzar la percepción en su obra es precisamente de la que huye el círculo de poetas más relevante del siglo XIX, los denominados Poetas Malditos franceses

Como ya no tenemos a mano a Paul Verlaine para poder preguntarle nuestras dudas, el origen del término “poeta maldito” se nos hace un poco de bola, dejándonos con un vocablo Schrödinger de manual entre manos. No podemos saber si a estos autores y autoras se los considera malditos porque él se inventó ese título para el libro de ensayo en el que trataba la vida, labores y anécdotas de su grupito de conocidos y no tan conocidos o si era un término que ya utilizaban entre ellos previamente a modo cariñoso o incluso jocoso. 

Lo que sí sabemos es que desde que él publicara el libro Les Poètes Maudits, en 1884, tanto la cultura popular como los verdaderos expertos en la materia, pasaron a reunir a cierto tipo de escritores y escritoras bajo dicha nomenclatura.

Lo que también sabemos es quiénes fueron los poetas iniciadores del movimiento (Tristán Corbière, Arthur Rimbaud, Stéphane Mallarmé, Marceline Desbordes-Valmore,  Auguste Villiers de L’isle-Adam y Pauvre Lelian  aka Paul Verlaine), pues, como primigenios que son, sus conversaciones y algún que otro poema forman parte de los ensayos incluidos en la obra.

Hablamos de:

Como primigenios que son, sus conversaciones y algún que otro poema forman parte de los ensayos incluidos en la obra.

Una reunión de datos que Verlaine, como buen vintage influencer que era, aprovechó para insertar también ahí sus inquietudes e ideas. Eso sí, lo hizo bajo el pseudónimo de Pauvre Lelian, lo que le daba la libertad de hablar de sí mismo en tercera persona

Pero ¿qué cambios provocaron estos poetas para que se los considerase delirantes y hasta peligrosos por su entorno? Los malditos, rechazados por una sociedad clasista y tradicionalista, reniegan completamente del movimiento cultural previo, es decir, del romanticismo. Fueron así perpetradores de un cambio poético basado en la conjunción de los placeres estilísticos y vitales. Ahí es nada. 

Y es que, aunque a simple vista estos marginados sociales no tenían absolutamente nada en común unos con otros, estaban unidos por un interés muy particular, :eran estetas. Que, así dicho, suena a secta sexual hollywoodiense de alto standing pero que significa simple y llanamente que eran amantes de lo bello y que buscaban dar con lo hermoso en su estado más puro. Para ellos la poesía no era más que un medio de acceso a tan ansiada cualidad armónica

Retratados por sus aledaños como desiguales con respecto al resto de la humanidad, la incomprensión social que recibieron por ser amantes de lo oculto, de la vanguardia y de la ausencia de rima se mezclaba con los prejuicios que se levantaban ante ellos por sus cualidades personales y su estilo de vida bohemio, el cual, aunque en la actualidad se romantiza, en aquel momento se estereotipaba como altamente pecaminoso, blasfemo y, por supuestísimo, prohibido. Fueron los malditos blanco de tabúes arbitrarios, como el “edadismo”, la “homofobia”, “el sexismo”. el “mentalismo” y el “racismo” entre otros.  Lo que en la cultura popular provocó el error demasiado habitual de relacionarlos con cualquier autor o artista incomprendido surgido a posteriori. 

Sin embargo, se trataba de un grupo de personalidades que producían arte en busca de la verdad última y universal, antigua y radiante.

Así las cosas, de acuerdo a las autoridades literarias competentes, los únicos verdaderos malditos fueron:

  • el Conde de Lautréamont, que ni era conde ni era de Lautréamont** pero que por sus obras erótico festivas  y por inventarse un pseudónimo tan cool se coló en este grupo injustamente acusado de perverso. 

    • *Nombre real: Isidore Lucien Ducasse

    • *Lugar de nacimiento: Montevideo, Uruguay