Qué es la literatura del absurdo
El sinsentido de la existencia siempre ha sido el pasatiempo favorito de dramaturgos, literatos, filósofos y pensadores de todas las épocas. Obras como las de Kierkegaard, Tolstoi, WIlde, Woolf, Kafka, Gógol, Nietszche, Mihura, Jardiel Poncela o Gómez de la Serna ya recogen planteamientos y obsesiones que autores posteriores acabarán por considerar existencialistas.
Sin embargo, el absurdo como tal tuvo su aparición a finales del siglo XIX, extendiéndose durante todo el siglo XX, cuando autores como Camus, Sartre, Beckett, Valle-Inclán, Carroll, Ionesco, de Beauvoir, de Pedrolo, Genet y PInter se dan cuenta de que la única verdad con sentido es que todo carece de sentido. El propio Camus ganó un Nobel por explicarnos que no es la vida lo absurdo: ¡los absurdos somos nosotros, tratando de buscarle un significado.
Los autores absurdos tratan de romper con las unidades aristotélicas clásicas de la manera más exagerada posible, siendo esta la única característica común a todos sus trabajos. No obstante, entre sus piezas es posible encontrar algunos puntos en común, una especie de ideas recurrentes. Estas son:
Introducción de personajes simplistas y pasivos, sin función aparente que no siguen ningún tipo de camino del héroe
El uso del humor disparatado como defensa frente al vacío existencial
Sustitución de los altibajos en la historia por una intensificación progresiva de la situación de partida
Las leyes de causa y efecto lógicas dejan de aplicarse, de tal manera que los efectos se tornan totalmente contrarios a los esperados por el público
Se elimina el énfasis y con ello, la idea de un gran final
Se presenta a los personajes como símbolos o conjuntos representativos, en lugar de como individuos
Generación de desconcierto mediante la adición de surrealismo, tomando situaciones cotidianas, para alejarlas completamente de la realidad
Los diálogos son repetitivos y pueden tornarse en parlamentos ingeniosos pero incoherentes.
Todos estos componentes unidos generan tramas que, en apariencia, carecen de sentido. Así, las novelas y obras teatrales del absurdo generan oníricas paranoias existencialistas que funcionan como críticas profundas a la propia vivencia humana evidenciando lo tontuno de las convenciones que rigen las normas sociales.
Si el absurdo ha abierto tu apetito lector puedes iniciarte en él de la mano de las siguientes obras:
La metamorfosis (1915), escrita por Franz Kafka, donde su protagonista, Gregorio Samsa, se despierta un buen día con el aspecto de un descomunal insecto. Tan raro es esto como extraño el comportamiento de toda su familia con respecto al duro suceso.
El extranjero (1942) de Albert Camus. Célebre exponente absurdo de pocas páginas. Su apático, angustiado y pasivo protagonista, Mersault, no parece dar importancia a nada y no muestra siquiera dolor ante la muerte de su madre.
La cantante calva (1950) de Eugène Ionesco es una pieza teatral y fue tremendamente incomprendida en su momento. Ionesco estaba tratando de aprender inglés mediante el clásico método de la repetición de frases, cuando se le ocurrió aplicar la práctica en una obra cuyo argumento gira en torno a dos matrimonios ingleses, una criada y un bombero que conversan de forma disparatada e inconexa. NI que decir cabe que el escritor no logró aprender inglés y que desde luego en el texto no aparece en ningún momento ninguna cantante calva.
Esperando a Godot (1952), de Samual Beckett, la representante máxima no oficial del teatro del absurdo. En ella dos personajes llamados Vladimir y Estragón conversan bajo un árbol a que llegue el tal Godot. Ni al empezar ni al terminar sabemos quién es Godot ni por qué lo esperan. Pero no importa. Nunca la espera de aquello que no llega fue tan divertida.
Fuentes consultadas:
https://grandeslibros.org/literatura-absurdo/
https://lapiedradesisifo.com/2017/07/29/albert-camus-y-el-concepto-del-absurdo/
https://www.kachumbambeteatro.com/breve-introduccion-al-teatro-del-absurdo-y-a-la-obra-dramatica-de-samuel-beckett/